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Miles de jovenes buscan un empleo. |
Por Santiago Ortiz.
Todos podemos imaginar lo difícil que resulta para un ser
humano estar desempleado, la desesperación, la angustia, la presión y la depresión.
¿Podemos realmente imaginarlo? La verdad es que el desempleo cada vez golpea más
fuerte, podría ser la historia de Carlos, María, Juan o Pedro, de cualquiera de
las más de cien mil personas que aquí en la capital y sus alrededores buscan
sin éxito un empleo.
Las cifras arrojadas por el informe de la Encuesta Continua
de Empleo, nos muestra que en 2016 el desempleo se ubicó en un promedio de
7,7%, superando el 6,45% promedio del año 2015 y que en el primer trimestre del
2017 el fenómeno continuó su marcha ascendente llegando a afectar al 8,4% de la
población económicamente activa de la capital y el Departamento Central. En
términos absolutos podemos señalar que el desempleo afecto a veinte mil
personas más entre el inicio de 2016 y el primer trimestre del presente año.
Como una suerte de respuesta a esta situación el Ministerio
del Trabajo Empleo y Seguridad Social, anunciaba a comienzos de este año que
realizaría veinticuatro ferias de empleo en el 2017. Las crónicas hablan de
exitosas ferias de empleo, miles de carpetas recepcionadas, enormes tinglados
abarrotados de jóvenes deseosos de encontrar un puesto laboral. ¿Es acaso el
trabajo una simple mercancía más que se ofrece en una feria donde miles pelean
por quedarse con los últimos puestos? ¿Son las ferias de empleo una solución
real, una política pública acertada para acabar con la desocupación?
Según las cifras de la encuesta Continua de Empleo la comparación
entre el primer trimestre del 2016 y el de este año nos muestra que la Tasa de
Actividad, es decir la gente que busca o tiene empleo, creció en ocho mil personas
sin embargo en este periodo se han perdido dos mil puestos de trabajo, es decir
la generación de empleos en el país no alcanza para atender si quiera el
crecimiento vegetativo de la población que demanda un puesto laboral y mucho
menos para acabar con el desempleo.
Las cifras nos muestran que las políticas públicas del nuevo
rumbo, no solo han fracasado en la posibilidad de ofrecer “igualdad de
oportunidades”, al contrario, han atentado directamente contra el empleo y
contra la calidad de vida de los trabajadores. Los anuncios rimbombantes de
grandes obras para justificar el mega endeudamiento por la vía de los bonos
soberanos, el supuesto ahorro de fondos públicos por la austeridad del gobierno
que recorto beneficios a los trabajadores del estado, la reducción del gasto
público, todo ha sido una gran mentira o un gran fracaso. Las deudas están,
pero no se generó trabajo, se recortaron los beneficios afectando la capacidad
de compra de uno de los sectores más dinamizadores de la economía – el
funcionariado público- se recortó el gasto público, pero los beneficios no se
ven ni se sienten.
Lo que si se ve y se siente es la falta de circulante, la
pobreza y la frustración de una enorme porción de la población que no logra
llegar a fin de mes, que esta sobre endeudada y que no logra ver la luz al
final del túnel. Podemos seguir sumando cifras oficiales que avalan que el
mentado crecimiento macro económico del que se jacta el gobierno no ha
significado ningún avance para la mayoría de la población. La caída del salario
real en 2,5%, la mayor de la región según la OIT, la disminución del promedio
de ingreso mensual de los asalariados en el último año, unas 105 mil personas
que aun trabajando más de ocho horas diarias no perciben el salario mínimo, son
muestra de la decadencia de las políticas laborales del gobierno actual.
Mientras el gobierno siga profundizando la línea de dejar al
libre mercado la demanda y la oferta laboral, acompañada de una flexibilización
laboral de facto, en síntesis con una política que solo favorece al gran
capital en detrimento de los trabajadores, de la pequeña empresa y del mercado
interno; será imposible pensar en una política de empleo que actúe como eje
central de la dinamización de la economía y de la redistribución de la riqueza
que ayuden a paliar la ignominiosa desigualdad y la miseria que afecta a una
porción importante de los paraguayos.